Thursday, October 09, 2008

Vergüenza.

La vergüenza mira sus cartas y piensa bien la jugada intentado remontar una partida perdida.
Esta vez había quedado con ella, solo, en una cafetería del centro.
Incluso se había atrevido a traerla un regalo, un detalle sin importancia que ella recibió con una gran sonrisa. Son muchos los puntos que la separan de la victoria esta vez.
Y allí estaba ella, vestida de muñeca. Con una camiseta roja y una falda negra, sus zapatitos de Mafalda y una estrella en el pelo.
- ¿Qué van a tomar?
- Un café cortado con leche fría.
- Un café solo con hielo.
-¿Desean algo para comer?
-Uhmm ..¿ y si pedimos unas tortitas con nata?
-Me dijo con una esa cara de traviesa que me encantaba. Odio la nata pero no podía decepcionarla.
-Por supuesto ¡y con mucha nata, eh!
La tarde iba pasando y el local se fue llenando poco a poco. La música empezó a sonar.Con una sonrisa de picara, cogió dos palillos y se puso a bailar con ellos.
Estos juegos infantiles, esa cara de picara, esos ojos inocentes, esa sonrisa de traviesa, eran las cosas que más amaba de ella.
Esta vez la vergüenza volvió a ganar la partida, jugó bien.
De mi boca no salio ninguna palabra pero mi corazón se las dijo todas.

4 comments:

interpreta-sones said...

me ha parecido un relato encantador. rendirse ante la vergüenza es la victoria de la prudencia!

Unknown said...

¿Palabras? ¿para qué?

Anonymous said...

Al llegar la hora de la despedida, dos besos y el anhelo de un próximo encuentro, cruza la calle, apresurada por el frío después de la lluvia.
Respiras profundo y te das cuenta que de poco sirve todo el oxigeno que puedes inspirar si no está a tu lado.
Se cierra la puerta.
Esta es la última vez que gana, te lo prometo, amor mío.

Hache said...

Me gustó tanto ... que sobran las palabras.