La vergüenza mira sus cartas y piensa bien la jugada intentado remontar una partida perdida.
Esta vez había quedado con ella, solo, en una cafetería del centro.
Incluso se había atrevido a traerla un regalo, un detalle sin importancia que ella recibió con una gran sonrisa. Son muchos los puntos que la separan de la victoria esta vez.
Y allí estaba ella, vestida de muñeca. Con una camiseta roja y una falda negra, sus zapatitos de Mafalda y una estrella en el pelo.
- ¿Qué van a tomar?
- Un café cortado con leche fría.
- Un café solo con hielo.
-¿Desean algo para comer?
-Uhmm ..¿ y si pedimos unas tortitas con nata? -Me dijo con una esa cara de traviesa que me encantaba. Odio la nata pero no podía decepcionarla.
-Por supuesto ¡y con mucha nata, eh!
La tarde iba pasando y el local se fue llenando poco a poco. La música empezó a sonar.Con una sonrisa de picara, cogió dos palillos y se puso a bailar con ellos.
Estos juegos infantiles, esa cara de picara, esos ojos inocentes, esa sonrisa de traviesa, eran las cosas que más amaba de ella.
Esta vez la vergüenza volvió a ganar la partida, jugó bien.
De mi boca no salio ninguna palabra pero mi corazón se las dijo todas.
Thursday, October 09, 2008
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4 comments:
me ha parecido un relato encantador. rendirse ante la vergüenza es la victoria de la prudencia!
¿Palabras? ¿para qué?
Al llegar la hora de la despedida, dos besos y el anhelo de un próximo encuentro, cruza la calle, apresurada por el frío después de la lluvia.
Respiras profundo y te das cuenta que de poco sirve todo el oxigeno que puedes inspirar si no está a tu lado.
Se cierra la puerta.
Esta es la última vez que gana, te lo prometo, amor mío.
Me gustó tanto ... que sobran las palabras.
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