Thursday, February 22, 2007

Odio las serpientes.

… las odio, odio y odio .
No me gustan sus movimientos, la forma de deslizarse por el suelo me da repelus, jamás he tocado una pero tengo la sensación de que será fría y babosa .. argg..y es que solo hablar de ellas es imaginármelas y.. argg.. como las odio!!! .Me disgusta el siseo de su lengua y sus ojos pequeñajos , su cuerpo ..todo ellas me da asco .
Soy incapaz de tocarlas en un libro, de pequeña pasaba las hojas de dos en dos si sabia que había una y el tomo de la “s” del diccionario era un gran tabú para mi . Si salen por la televisión cambio de canal y por supuesto jamás me he planteado ver “ Anaconda”. Me despierto por las noches soñando con ellas y luego me cuesta horrores dormirme .. cierro los ojos y están , en esas ocasiones necesito que me cuenten un cuento como a los niños chicos.
Recuerdo una de las veces que fui al zoo de Madrid y había una exposición de serpientes. Me estaba haciendo "pipi" y en el reciento de la exposición había baños. Después de varios intentos de entrar al baño, ¡ fíjate tu como si fueran a estar sueltas por ahí!,me decidí a entrar.. y que mal lo pase , no paraba de mirar por todos los sitios por si salía una y me pillaba “ in franganti”.
Mas que un odio es una fobia que no quiero trasmitir a mi solete pero me cuesta horrores aunque lo intento.Hace poco la lleve al parque natural de Cabarceno ..y como no... HABIA SERPIENTES.Ella quería entrar y verlas conmigo .Yo estaba aterrada .Entre con ella y conseguí dar una vuelta mirando al techo y diciendo lo maravillosas que eran esos seres a los que repugno. De los nervios que tenia empecé a encontrarme mal , solo buscaba unos ojos que me dijeran “ tranquila estoy aquí “ .Los encontré pero no me tranquilice y no puede acabar el recorrido , deje a mi solete con el resto de participantes de la gran excursión y me salí a sentarme fuera a autocompadecerme.
...en fin me comprare una lombriz a ver si consigo que me caigan un poco mejor sus hermanas mayores.

Tuesday, February 13, 2007

San Valentin



Sus palabras se le clavaron en el corazón como si de una diana se tratase.

Ella seguía hablando pero él hacia ya un rato que no la escuchaba. Como un autómata se levanto y se dirigió hacia la puerta.

- No te vayas

- ¿Por qué?

- ¿Por qué tienes que ser así?

- Por hoy ya he tenido bastante.

Un largo silencio inundo la habitación.

-…por favor…

Él volvió a la silla y se sentó. Realmente era el amor de su vida.

Ella empezó de nuevo a hablar, a veces reía y otras lloraba, pero para él solo era una dulce melodía que acompañaba el baile de su cabeza.

Ella había elegido este día, el de san Valentín, para pedirle que juntos gritasen a los cuatro vientos su amor y que todo el mundo se enterara.

Él, incapaz de gritar, la había partido el corazón.